Saudade

Has sido mi inspiración por tanto tiempo... o quizá deba decir "fuiste mi inspiración..." pues dicen que cuando la acción se siente lejana por el hablante este usa el pretérito indefinido y no el perfecto como hice yo. Es extraño sentirte tan dentro de mí y a la vez saber que te has ido lo más lejos que has podido (aún sin haber salido si quiera de tu casa). Odio conocerte tan bien, y ; sin embargo, me alegra haber podido encontrar aquella persona que tiene la calma que encaja con el color de la herida de mi alma. Tú sabes que yo te quiero, porque no puedes no saberlo, tú sabes que yo te quiero porque sabes todo de mí... absolutamente todo, mi forma de ser una niña tonta debajo de los grandes árboles de los pitucos parques de Surco en los que solíamos sentarnos alguna noche extraviada de Agosto. Tú sabes que yo te quiero porque siempre has tenido el poder de leer mis ojos tan sólo al espiarlos por unos cuántos segundos, así yo tratara de esconderlos fingiéndome ensimisma...

El verano llega, las vacaciones de fin de año, los deseos de todos de dejar de estudiar, de salir con los amigos, con el enamorado (a) y bla bla bla yakiris makiris, pero para las mujeres no sólo se avecina todo eso, sino, una gran preocupación: LA ROPA DE VERANO. Y es que después de haber estado cubiertas durante 8 meses tenemos que exponer las carnes al aire. Es un horror (al menos para las que no estamos flacas) darnos cuenta de que la masa adiposa de nuestros cuerpos no sólo no se ha ido sino que se ha reproducido sobre todo en aquellos lugares donde es más evidente (entiéndase muslos, caderas, brazos y abdómen). Claro, podemos llenarnos la boca diciendo que somos como somos, que ser gorda no es pecado, que lo que importa es lo adentro y que el que nos quiere nos tendrá que querer como somos (eso es, rollizas) pero ¿nos creemos en realidad todas esas patrañas? ¿nuestra autoestima se queda tranquilita y no reclama? FALSO! MENTIRA! esas son sólo excusas que damos para que nos deje...

De pronto, y sin más preámbulos que un fuerte estrés Diciembre se ha instalado , ya, cómodamente en este año que se acaba. Los estragos de los meses que se fueron se sienten en cada vértebdra de la columna, se sienten en cada pellejito de mis dedos, en cada pestaña, en mis talones, y, sobre todo, en la mitad del corazón. Hoy fue la Primera comunión de mis niños (sí, son míos) y gracias a un milagro no colapsé en la mitad del salón parroquial en medio de una gran masa de chocolate caliente que escurría desde una de las mesas hasta formar un gran charco en el piso. Está completamente comprobado: no nací para los tacones altos(nipara limpiar chocolate caliente) Me tomé varias fotos, en eso creo que vamos mejorando, ya no tengo TANTO pánico "fotil" como antes, claro que habrá una que otra que borrar... pero también hay varias rescatables, sobre todo porque salen mis pequeños con sus grandes sonrisas. En realidad nada nuevo, los padres como siempre pensando que una es pulpo y que...